La Periférica

La tarde se sintió culminada. El tránsito de la intención al ataque fue demasiado abrupto. Él nunca parecía tener las intenciones pero sí las palabras precisas. Ella confiaba en su mirada periférica desde los quince para tener un panorama completo de la situación, de todas las situaciones. Como si estuviese subconscientemente siempre a la espera de una emboscada. Él no dijo más. No lo percibió necesario. Y eran siempre sus percepciones las que otorgaban certeza a una decisión. Desde la noche en que se conocieron cuando discutían sus alineaciones políticas. Siempre comienza con ese atractivo desafío vacuo en el que ella logró pulir la mejor versión de su informada individualidad. Pero es esa última y definitoria sentencia final donde cedió. Sólo por darle el gusto, no porque ignorara la irrelevancia de las imposiciones compulsivas.

Así se creó la magia. La que ella hizo de sí misma para él. En el tono y tiempo precisos para sonar a “reconfortante” ante todo, y todos.